Mi viaje a Perú: cuna del arte textil

He tenido la grandísima suerte de pasar 17 días en Perú, un país con una tradición textil que conocía un poco, pero que cuando llegué allí descubrí que está por toooodas partes hasta el punto que llega a ser incluso abrumadora.

Donde quizá menos percibí menos esa tradición fue en Lima, una ciudad que reconozco que en ocasiones te sobrepasa un poco, pero que tiene lugares sorprendentes. En Arequipa, la ciudad blanca, ya empezamos a descubrir y a empaparnos de ese arte maravilloso del tejido y finalmente, en Cuzco y Valle Sagrado fue LA LOCURA. Sigue conmigo y te lo cuento con detalle a continuación.

Lima, capital gastronómica.

Una ciudad que no descansa nunca, en la que escuchas las bocinas de los coches y autobuses día y noche, con tráfico y mucho humo, llega a sobrepasarte en algunos momentos. Si además sumamos el calor (había una radiación solar altísima) y la humedad, ¡boom! jaja. Pero bueno, sobrevivimos y para compensar comimos muy rico. ¿Sabías que tienen más de 2400 especias de patata? ¡Qué bien se come en Perú!

El bullicio del centro histórico y el barrio chino contrastan con los barrios de San Isidro, Miraflores y Barranco, que se asemejan más a lo que podemos encontrar en Europa.

Fue en este último que te comento, Barranco, donde encontramos una tienda chulísisisima.

Se llama Dédalo, y se está en una antigua casa colonial. El lugar es precioso, lleno de rincones, y cuenta con una cafetería muy cuki en un patio lleno de plantas. Pero lo mejor es lo que venden: artesanía, ropa, joyería y arte peruanos contemporáneos.

Y en medio de esa inmensa cantidad de maravillas, había madejas de lana y de algodón, teñidas a mano, claro. ¡Pena que no hice fotos! Literalmente me hubiera comprado todo.


Arequipa, capital mundial de la alpaca.

Convento de Santa Catalina

Perú alberga más del 80% de la población mundial de alpacas, siendo el primer productor de alpaca del mundo. Las regiones con mayor cantidad de ejemplares son Puno (39.6%), Cusco (14.8%) y Arequipa (12.7%).

La crianza de camélidos es la principal actividad agropecuaria en zonas altoandinas sobre los 4 mil metros de altura, así que da sustento a poblaciones en condiciones adversas proveyendo fibra y carne.

En concreto la ciudad de Arequipa transforma el 90% de la producción nacional de alpaca con más de 100 empresas dedicadas a la transformación industrial, confecciones de prendas y artículos de decoración, talleres de artesanía y microempresarios vinculados a la actividad textil alpaquera. (fuente: diariocorreo.pe)

Allí en Arequipa, además del fascinante Convento de Santa Catalina, una de las principales atracciones turísticas, encontramos muchas tiendas de ropa de alpaca y pudimos visitar el “museo” de Mundo alpaca.

Dando de comer a una llama mientras una alpaca me observa

Allí pudimos ver algún ejemplar alpaca y alpaca suri, llamas, vicuñas y aprender acerca de todo el proceso de fabricación. La visita se complementa con un museo de maquinaria textil (que estaba cerrado) y una pequeña exposición de tejidos precolombinos de importantes culturas del sur del Perú.

Lo que aprendí:

  • No me lo había planteado, pero la alpaca y la llama son animales domesticados, mientras que la vicuña y el guanaco, son silvestres.
  • La llama es más grande que la alpaca, por eso lo usan como animal de carga,
  • La alpaca en Perú posee 24 colores naturales diferentes y se cría a altitudes mayores de 2500 msnm. El 85% de la alpaca es Huacaya y el 15% es Suri.
  • La vicuña es el camélido más pequeño de Sudamérica y tiene la fibra más fina y exquisita del mundo (esto último ya lo sabía)

Lo que más me gustó:

Muestra de tintes naturales en Mundo Alpaca.
  • Encontrar un apartado dedicando al teñido de las fibras con tintes naturales.
  • Ver en directo a dos mujeres empleando la técnica de tejido pre-inca, conocida como “telar de cintura”.
  • El Museo de arte precolombino me pareció super interesante: 2500 años de historia retratados a través de los textiles de las culturas Paracas, Nasca, Wari, Chancay y Siguas.

Lo que más me sorprendió:

  • El museo tenía una tienda con ropa de alpaca principalmente, pero también de vicuña. Todo bastante caro. Justo antes de marchar, vi esto:
Ovillos para tejer de lana de vicuña

Pregunté a una de las dependientas si estaba a la venta y si sabía su precio. Me dijo que no estaba de momento a la venta y que los 100 g de vicuña, SIN PROCESAR, suelen costar unos 200 soles (como 50€), así que, ¡echa cuentas! :-O

La verdad que pudimos tocar la lana sin procesar y ropa tejida en vicuña y es pura suavidad. ¡Qué lujazo!


Cuzco, capital turística de Perú.

¿Quién no conoce Macchu Picchu y Cuzco? Qué maravilla de ciudad y de zona. ¡Estuvimos 10 días y aun así no fue suficiente!

Primero pasamos unos días en Pisaq, un pueblito del Valle Sagrado famoso por su mercado de artesanía.

Tuvimos la suerte de llegar justo para la celebración del Día de Artesano, así que montaron un mercadito en la plaza, que tuvimos prácticamente para nosotros solos. Fue genial hablar con todos ellos y conocer más de sus trabajos y estilo de vida.

La mayoría eran puestos de artesanía textil: objetos realizados en telar o con palillos como dicen allí (dos agujas).

Me llamó mucho la atención estos calcetines de alpaca que vendía una señora, tejidos a mano, que eran reversibles.

Todas eran de la zona, bien de ese mismo pueblo, bien de comunidades montañas arriba, y sabían teñir, tejer con agujas, ganchillo y telar.

Ya en Cuzco, super inspirados por su belleza, colorido e historia, fuimos a una comunidad quechua y vivimos una experiencia preciosa. Diría que lo que más me gustó de todo el viaje.

La experiencia que vivimos con nativas quechua

Viven en unas casitas en medio de la montaña, con vistas a un lago. Era un día soleado, y estuvimos al aire libre todo el rato.

Las mujeres de esa comunidad nos recibieron con cánticos preciosos y tenían preparado todo lo necesario para contarnos acerca de su modo de vida: sus trajes y peinados, cómo cargan los bebés en la espalda, las plantas medicinales que usan, lo que comen y todas sus artesanías.

Creo que no cerré la boca en todas las horas que estuvimos allí, de la sorpresa, y confieso que me emocioné en varias ocasiones.

La mujer que nos lo contaba todo, Mary Luz, hablaba en quechua pero entendía el español, así que la organizadora de la experiencia, de ascendentes quechuas, nos iba traduciendo todo.

Qué vida tan autosuficiente… quedamos asombrados.

La mejor parte para mi, sin duda, fue la de los tintes naturales, en la que nos recreamos un buen rato e hice muchísimas preguntas.

Son capaces de obtener una variedad de colores de la cochinilla que yo ni sabía que se podía, ¡incluso el color negro de sus faldas!. Y aunque muchas de las plantas que utilizan aquí no existen, fue un conocimiento super valioso el que obtuve de sus métodos de teñido.

Ellas esquilan, preparan, limpian, hilan y tejen su ropa. Proceso completo de principio a fin. Y para ello, ellas utilizan principalmente lana de oveja, que les gusta más porque es más resistente. Aunque también usan de alpaca para algunas cosas.

En fin, muchas emociones. Salí de allí con el corazón dando saltos de alegría.

Después de eso, estaba difícil igualar la experiencia, aunque la visita a Macchu Picchu casi casi lo consigue… 😀

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